16 Jan, 2023
Post cosecha: Recorrido por zona núcleo de producción
Cultivo de Cannabis medicinal: Finca el Pongo - Jujuy
Desde su fundación, la Argentina arrastra una estructura productiva desigual para las provincias del interior del país frente a la región central, donde se concentran la mayoría de los complejos industriales agroexportadores y puertos. En el Noroeste Argentino (NOA) esta estructura económica inequitativa sostiene elevados porcentajes de desigualdad social, deviene en altos niveles de desempleo o empleo informal y profundiza el desarraigo rural.
Una de las alternativas ante estos desafíos es el estímulo público de industrias que agreguen valor de manera sustentable, generando empleo, exportaciones, transferencias de tecnología e innovación. Por eso, las provincias están apostando cada vez más al cannabis, y en Jujuy el cannabis de grado farmacéutico ya es política pública.
Cannava Avatar SE es la primera empresa estatal de América dedicada a la producción de derivados medicinales de cannabis de Argentina. La jujeña es la única empresa de cannabis de propiedad estatal, integrada verticalmente. Es decir que, en Cannava, el trabajo jujeño produce todo: desde el cultivo de cannabis hasta su procesamiento, bajo estándares internacionales.
La firma del estado jujeño busca dar oportunidades de empleo calificado, tecnificar la matriz productiva y generar procesos de transferencia tecnológica que permitan saltar el cerco que imponen las desigualdades estructurales de la Argentina. Un esquema productivo integral le permite a la empresa controlar la cadena de valor del cannabis por completo y producir derivados farmacéuticos de calidad internacional.
Un camino de cornisa y selva conduce a la finca El Pongo, donde se emplaza Cannava. La visita al cultivo con certificación internacional da cuenta de un gigante verde “oculto” en la selva. La decisión política de impulsar la industria en la provincia llevó a los organismos nacionales, con sede en Capital Federal, a trabajar en el homologamiento de las reglamentaciones fundamentales para comenzar a producir cannabis argentino con calidad internacional.
El gobierno provincial invirtió más de USD 25 millones en la firma que ya emplea a más de 200 personas, 65% de las cuales son mujeres, y provee a la provincia de aceite de cannabis por $4.800. “80% de lo invertido es tecnología, inversiones de capital que generan beneficios. En un laboratorio de análisis de calidad invertimos USD 3 millones, en total invertimos USD 10 millones en controlar la post-cosecha”, explicó en exclusiva a El Planteo, Gastón Morales, presidente de la empresa.
“Tengamos en cuenta que estamos hablando de uno de los complejos de cannabis medicinal más sofisticados de Sudamérica, único en el mundo, por tratarse de una Sociedad del Estado”, agregó Morales, abogado y especialista en Derecho Ambiental por la UBA.
Y, de hecho, la inversión se nota a cada paso.
Todo steel-frame, pisos blancos y de cemento alisado, aire acondicionado constante, camaras de vacio, lucecitas de colores, rojo, verde, cofias, pantuflas, guardapolvos blancos, guantes, interruptores, tubos de ventilación, ventanas de acrílico, instrumentos de medición, relojitos incrustados en las paredes, cámaras, biorreactores, tanques gigantes de acero inoxidable “Made in Canada”, cámaras de secado “Made in Italy”, profesionales mirando pantallas junto a lo que parece ser una impresora gigante de marca japonesa [“es un cromatógrafo”, dicen después], todo, condensado en naves industriales.
La firma tiene la capacidad de producir 80 toneladas de derivados del cannabis de grado farmacéutico. Y esa capacidad se nota en la envergadura de las instalaciones. Una vez cosechado, el cannabis es despalillado y recortado en una nave industrial de, por lo menos, veinte metros de altura, donde el aire se filtra para asegurar que no haya partículas de tierra u hongos flotando en el ambiente.
Las flores jujeñas pasan por una hilera de 40 máquinas conectadas a cintas transportadoras y, luego de secadas en cámaras, se disponen en cuarentena hasta que el laboratorio de análisis de calidad dictamine que son aptas para la elaboración de ingredientes farmacéuticos activos.
Mientras tanto, el cannabis se acumula en bolsas cerradas al vacío en otra nave industrial a 16 °C. Cajas y cajas de cannabis se apilan esperando pasar por el laboratorio de extracción y otras 8 pruebas de calidad en las que los técnicos locales analizan los componentes terapéuticos de la planta. Se aseguran que no existan patógenos, toxinas, metales pesados o cualquier otro contaminante.
Al lado del laboratorio, una hilera de eucaliptos, cedros, lapachos, palmeras, urundeles, tipas y jacarandaes separa los invernaderos de plantines. A nuestro paso, se anuncian guacamayos, mirlos, urracas y tijeretas.
5, 6, 7 invernaderos se suman enfrentados, de 25 mts de ancho, contienen los brotes de cannabis que la empresa produce a escala en turba y luego pasa a macetas en dos invernaderos que pueden albergar hasta 6000 plantas y producir hasta tres toneladas y media de cannabis cada cuatro meses.
Sobre el techo de los invernaderos se extienden como velas de un barco dos toldos perpendiculares de más de 50 metros de largo, que proveen sombra cuando es necesario y oscuridad, cuando se requiere inducir la flora en las plantas.
¿Cuánto? En total 2400 mts2, a un costo de USD 270 mil cada uno.
Como luces de navidad, cuelgan del invernadero focos led, sensores, lamparitas, más relojitos en la estructura de acero inoxidable y piso de cemento, que parece más un shopping o un mall antes que un cultivo de cannabis. Extractores de 1 metro de diámetro sobre los accesos amenizan la función con un zumbido tenue, aseguran un flujo constante de aire, un paraíso en el paraíso jujeño.
Técnicos en cultivo, biotecnólogos, ingenieros agrónomos y científicos locales completan la escena, toman medidas, observan, registran, conversan, aprenden y hacen punta. “90% de nuestros trabajadores son jujeños” aclara Morales y agrega: “vamos a recorrer las plantas madres”, cortando con la escena onírica.
De camino a ver el resto del plantel, un campo de sorgo minado de postes de más de 20 metros de altura con luces led es paso obligado.
“Los postes de luz son homologados por la UNT. Renovamos el suelo entre ciclos de cultivo de cannabis, por eso plantamos sorgo orgánico”, explica Morales e indica que las luces sirven para prolongar el crecimiento de las plantas cuando las horas de luz escasean.
Al costado del camino, una escena “cyborg”. Lo natural y lo tecnológico, zurcido. En medio del sorgal, sobresalen de la tierra tubos blancos de acero forjado, formados en arco con cámaras de testeo y filtrado. “Esos tubos llevan el agua, tenemos 80 hectáreas de riego asistido por goteo”, aclara Morales.
En el exterior, las plantas de Cannava llegan a generar hasta un 22% de THC y un 16% de CBD, componentes que combinados sirven para el tratamiento integral de pacientes. Si bien la firma ya cultivó 35 hectáreas a campo, puede expandir su producción mucho más, hasta 240 hectáreas.
Una vez más, este 15 de enero los jujeños comenzarán con la campaña 2023. Plantarán 120 mil plantas de cannabis.
“Además tenemos una zona de aislamiento de 5 km de bosque entre nuestro cultivo y los cultivos aledaños para prevenir contaminación de agroquímicos”, completa Morales para terminar de dimensionar la escala monumental del proyecto.
A contramano de lo que indican los esquemas tradicionales de cultivo (sembrar en septiembre para cosechar en abril), los jujeños descubrieron que es en enero cuando las plantas reciben la mayor cantidad de luz y son las lluvias de la temporada las que las ayudan a pegar el estirón.
Luego floran en invierno, cuando el viento norte seca el ambiente, previniendo así la proliferación de hongos en las flores que suponen un riesgo a la salud.
Actualmente, la empresa tiene la librería más importante de genéticas de cannabis de Argentina y probablemente, de Suramérica. 32 variedades que son probadas a campo y reproducidas a partir de plantas madre cultivadas en invernaderos donde proliferan flores silvestres que endulzan el aire, césped y pequeñas enredaderas, bichos de todos los colores, escarabajos, abejas, y miles de ciempiés, organismos esenciales para el cultivo orgánico.
Estas plantas madres son el acervo genético de la empresa que le otorga la flexibilidad no sólo de contar con genéticas adaptadas sino también de perforar diferentes mercados terapéuticos.
La empresa realiza tres tipos de destilados, desde aislados para el uso nutracéutico hasta un destilado farmacéutico de exportación. Prevé la segmentación de sus productos mediante la incorporación de tecnología avanzada y de conocimiento, que viene con las capacitaciones constantes del personal junto a profesionales especializados a nivel internacional.
Cannava cuenta con la habilitación otorgada por ANMAT en cumplimiento de las buenas prácticas (GACP y GMP) para la elaboración de medicamentos. Ahora, Cannava aspira a obtener una certificación GMP europea, el máximo reconocimiento que se le puede dar a un proceso productivo industrial, cosa que pocas empresas ostentan en Argentina.
Es decir que, a la certificación GACP y GMP nacional que ya tiene, Cannava buscará añadir la certificación GMP Europea.
Las directrices de la OMS sobre buenas prácticas agrícolas y de recolección (GACP) de plantas medicinales apuntan a proporcionar una orientación técnica general acerca de la obtención de materias vegetales medicinales de buena calidad para la producción sostenible de productos herbarios clasificados como medicamentos. Comprenden el cultivo y la recolección de plantas medicinales, incluidas determinadas operaciones poscosecha.
Las certificaciones GMP (de buenas prácticas de fabricación) son una guía de requisitos básicos y protocolos para la correcta fabricación de medicamentos de uso humano y veterinario avalada por la Unión Europea. Regulan las distintas etapas de la fabricación de estos productos, incluyendo su destilación, purificación, formulación, fraccionamiento, almacenamiento y empaquetado y son un requisito indispensable para la exportación/importación de productos farmacéuticos derivados del cannabis.
Además de producir cannabis farmacéutico orgánico con estándares internacionales, Cannava propone un modelo sustentable.
Recientemente, el gobierno de Jujuy lanzó la construcción de un parque solar que abastecerá a la empresa y su región de forma descentralizada, lo cual aumentará las eficiencias, reducirá costos y precios hasta un 30% junto con las emisiones de carbono. ¿El objetivo? Llegar a ser una empresa carbono neutral, lo cual sumará valor al cannabis made in Jujuy y preservará el medio ambiente.
En noviembre, Cannava recibió más de 120 proyectos de innovación productiva y ciencia aplicada para resolver problemas de la cadena de valor del cannabis. Entre los proyectos se encuentran alternativas de aprovechamiento industrial de biomasa que contribuirán al ecosistema científico, tecnológico y productivo que impulsa la provincia.
Serán considerados los proyectos que manifiesten viabilidad ejecutiva y un horizonte de comercialización en el mercado local y global, con una clara hoja de ruta de generación de empleo, conocimiento, costos y retornos de inversión. De este modo, la empresa busca estrechar vínculos entre el sector público y el sector privado, innovar y crear nuevas empresas o proyectos encadenados, con perspectiva social, económica y ambiental.
Además, la empresa organiza actividades formativas con las escuelas de la provincia. A través de estas iniciativas, cientos de estudiantes jujeños, de escuelas técnicas y agrotécnicas han tomado contacto con la botánica, la ingeniería y la ciencia detrás del cultivo industrial de cannabis farmacéutico.
La administración de Cannava entiende que el mercado del cannabis para Jujuy va mucho más allá de la producción de aceite de grado farmacéutico y ya puso el ojo en el segmento nutracéuticos, que debería habilitarse a partir de la incorporación del CBD y otros componentes terapéuticos del cannabis al Código Alimentario Argentino. Algo que Morales saludó “como un factor esencial para el nacimiento de una industria pujante”.
La empresa apunta al segmento wellness o bienestar, el cual suma varios miles de millones de USD e incluye productos como suplementos nutricionales, bebidas funcionales, comestibles y tópicos, por nombrar algunos.
Con un lente estratégico, Cannava avizora un enorme mercado global. Buscan escapar de la primarización de la producción para copar otros mercados, agregar diversidad productiva a la economía jujeña.
Y para eso prevé albergar en un mismo predio más de 60 empresas que deseen adherirse al plan de cultivo de Cannava y producir con calidad exportable.
La empresa planea trasladar su modelo de integración vertical, que contiene a todos los procesos productivos del cannabis, al territorio.
En el futuro, proveerá de lotes de cultivo certificados internacionalmente para la radicación de empresas que inviertan, aporten escala, tributen y empléen trabajo jujeño mientras se benefician del estar emplazadas en un centro o cluster de producción con calidad internacional.